El ejercicio físico, a través de mecanismos moleculares aún desconocidos, es capaz de mejorar la salud cardiometabólica del ser humano. Nuestro intestino está habitado por trillones de bacterias que forman la flora intestinal. Diferentes estudios han demostrado que estos pequeños cohabitantes que existen en nuestro intestino son capaces de influir en nuestra salud metabólica, ya sea mejorándola o empeorándola. Pero, ¿realmente el ejercicio físico puede modificar la composición y función de las bacterias que habitan nuestro intestino? ¿Podrían estos efectos beneficiosos ser transferidos a través de trasplantes de heces?
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